jueves, 2 de diciembre de 2010

Fue un viaje que nunca olvidare.

Fue un viaje que nunca olvidare. Por aquella época era una joven tibetana que tenía unas ganas insaciables de descubrir el mundo que había a mi alrededor.
Por ello unos años antes me puse a trabajar y ahorrar para poder llevar acabo mi sueño, hasta que al fin pude empezar a hacerlo realidad.

Ahora la India siempre estará en mi corazón. Sí mi viaje sería a través de la India.


En realidad todo empezó en el tibet. En casa mi madre estaba planeando mi boda con un joven y futuro médico tibetano responsable y con una esperada fortuna que haría que mi vida fuese sencilla y sin problemas. Una vida a la que cualquiera que no quiera vivir el amor, arriesgar por el  y disfrutar de la vida con sus problemas y sus placeres, estaría dispuesto a  aceptar.

Sin embargo yo no buscaba eso. Nunca me han gustado las cosas fáciles y es estos temas tan personales menos. Como sabría mi madre que hombre me haría sonreír cada mañana, que felicidad hay detrás de un amor verdadero y no detrás de uno de conveniencia, si es que se le puede llamar amor.Acaso el dinero ha de guiar mi felicidad o debe ser el amor. Ella por desgracia no se había revelado contra la tradición y siempre estuvo casada con una persona a la que nunca quiso y que simplemente se toleraban. Eso resultaba muy triste porque cuando la veías sonreír era una persona bellísima, y sin embargo  la casa no estaba inundada de alegría. Era una casa sombría y silenciosa, donde las palabras se manifestaban a través de los gestos.


Así con ganas de escabullirme de estos planes abrumadores, emepzó mi aventura.