lunes, 26 de julio de 2010

Jane (4)

Y ahora, en esta situación, cuando las lagrimas y recuerdos habían quedados aparcados a un lado y mi barco perdido en el océano parecía reencontrar su rumbo, entonces justo en ese momento volvía a aparecer él.
Había pasado la noche en casa, una noche muda por la perdida de confianza, por el dolor resurgiendo y poniéndose a flor de piel, por los recuerdos. Y ahora tenía que hacer frente a esa carta.
Y ¿qué debía hacer?.Aquella carta empezó sumergiéndome en recuerdos llenos de alegría y esperanza y acabo por hacerme llorar sin parar.



Le llamé y le dije que no llegaría a casa hasta la noche. El trabajo era duro y no podía dejarlo, por una tarde con una persona que en su día se marcho sin avisar.
Así pase el día en una nube pensando y pensando, intentando aclarar mis ideas, ¿todavía le quería? Fuese lo que fuese la decisión, no podría repetirse, si es que volvíamos a estar juntos el no podría huir a la primera de cambio.¿ Merecía otra oportunidad, aquel que te ha hecho sufrir tanto?
Llegue a casa ya de noche, las luces estaban apagadas y pequeñas velitas formaban un camino de luz a la terraza. Mesa para dos a la luz de la luna.
De la nada apareció él con una suculenta cena entre manos.
- Buenas noches, Jane

domingo, 11 de julio de 2010

El alma sumergida en un vaso

El alma sumergida en un vaso
La penumbra invadía la habitación
Yo no encontraba el punto de apoyo que antes siempre tuve
Sola incapaz de mantener el equilibrio



Te buscaba en la oscuridad
No te quería a to
Quería a la persona que había querido imaginar y creer que eras
Tanto tiempo soñando provoco
que no pudiese verte cuando bajaba a la tierra
Es verdad, bajé pocas veces en mucho tiempo pero cada vez que lo hacía
mi alma se sumergía en un vaso

Jane (3)

Aquel trabajo para el cual había sacrificado tanto tiempo y esfuerzo nunca llegó, lo cual en el fondo más tarde me daría cuanta de lo estupendo que sería ese hecho. Así tras mucho tiempo en paro, buscando trabajo debajo de las piedras, al final dejé la carrera de lado y me dediqué a buscar otro tipo de trabajos. Fue entonces como empecé a trabajar de secretaria en una pequeña editorial que publicaba libros. Aunque el trabajo como secretaria no fuese el mejor, adoraba el hecho de estar rodeada de grandes obras, que se imprimían cada día, de vez en cuando y si tenía la oportunidad tomaba una prestada para leerla y disfrutar de aquello. Con aquellas lecturas iban surgiendo ideas y más idea y así comencé mi labor como escritora aficionada.

Así, en el momento en que mi vida profesional parecía ser más estable, fue entonces cuando empecé a sentir que mi vida como novia, amiga y amante se desvanecía en el aire sin previo aviso. Yo trabajaba todo el día, lo cual no era un gran problema porque al menos quedaban las noches y largos fines de semana. Sin embargo él, lo raro era que apareciese por casa dos días seguidos, en poco tiempo había ascendido mucho y era un prestigioso artista que viajaba mucho en busca de inspiración sitios nuevos y ambientes distintos.

A veces parecía caer un regalo del cielo y entonces estaba en casa una semana.

La separación y el tiempo nos alejaron mucho de lo que en un principio empezó siendo la mejor relación habida y por haber. Ya no compartíamos nada, ya no había risas, ni excursiones a la montaña a observar estrellas, ahora había billetes de avión, vuelos y vuelos, llamadas y llamadas, y una lejanía que se sentía en el aire. ¿Qué había pasado? ¿Qué había hecho mal?¿por qué este cambio?

Intentar comprender las cosas solo las complicaba y el teléfono hacía invisible la reacción ante un comentario, no podía entender, no podía ver esos ojos que tanto decían con tan poco, no podía sentir que aquello se arreglaría, que era algo pasajero por lo que pasa cualquier pareja.

Y fue el tiempo el que tomo la decisión final. El dejó de aparecer, dejó de llamar, dejo de transmitir su amor por una línea telefónica. Se fue. Se fue con todas sus consecuencias.

Las estrellas dejaron de brillar, la lluvia se apodero del cielo y el mal humor parecía que fuese una plaga por el país ante mis ojos. Mi casa parecía haberse convertido en una jungla, y el alquiler me suponía un gran esfuerzo que antes era la mitad. ¿Acaso había remedio para las heridas del corazón?¿Cómo podía callar las lagrimas del alma?

Fue mucho el tiempo que me costó asimilarlo. Fueron muchas horas sentada al lado del teléfono esperando su llamada desde el otro lado del mundo, y muchas decepciones cunado cada vez que sonaba resultaba ser mi madre, mi hermana, o quien fuese pero no él.

Todo en mi vida lo había dejado de lado por él, y ahora él también se fue. La vida venía a enseñarme algo aunque yo ciega tardaría en verlo. Así con la fuerza de voluntad, la fortaleza de mi espíritu y la necesidad de seguir adelante, mi vida cambió. Comenzó desde una soledad a la que nunca antes había estado acostumbrada pero con el tiempo se hizo cómoda y relajante. Soñaba con historias de amor con finales felices y bellas bodas en las que el amor era imposible que lo parase un tren, aquellos amores que no generan ningún tipo de duda. Y eso hizo que escribiese cada vez más y más. Los pequeños ahorros que tenía de vez en cuando los dedicaba a comprar mis libros favoritos para leerlos cuantas veces quisiera.

Fue el tiempo, el que hizo que me valorase y me impulsara a montar una pequeña editorial. Fueron muchas las deudas en las que acabe metida, pero ya había aprendido desde dentro como llevar acabo el día a día y tenía alguna idea de cómo llevarlo acabo. Yo era mi única empleada al principio y era una devoradora de libros decidiendo que publicar o que no. Fueron mucho años de trabajo duro. Intentando captar a nuevos talentos y reeditar grandes clásicos.



Con los años, el trabajo duro y la suerte jugando a mi favor la editorial empezó a crecer poco a poco hasta llegar hoy a competir con las grandes.

Ahora era fuerte totalmente independiente, para algunos era más fría que el hielo, pero no necesitaba a nadie, me centraba en mi trabajo, tenia a mis amigas que fui haciendo con los años y todo lo que fui mejorando personalmente me hizo así. Pero no dependía de otro, no necesitaba un hombro en el que apoyarme. Podía hacer todo lo que me gustaba.