lunes, 8 de marzo de 2010

Jane

Aquella noche le vi entrar por la puerta, sus hombros le caían arrastrando un pesado abrigo gris empapado por la lluvia, ahí estaba, había vuelto…Hacía mucho tiempo que no le veía y había rehecho mi vida.
Ahora era otra persona, en cambio él parecía el mismo, con una tímida sonrisa esperando recibir un caluroso abrazo de bienvenida. Yo no pude darle eso que el tanto pedía a gritos por esos ojos verdes, no podía.
Desde el momento en que se fue mis nervios y toda la pasión todo lo anterior la viveza y la alegría se marcharon también en otra maleta. Una maleta sin seguro en caso de robo o perdida.
Ya lo había intentado sin embargo nunca lo conseguía, algo me faltaba algo voló y no volvió. Sin embargo el ahora estaba ahí. Habría encontrado mi maleta, sería capaz de recuperar todo el pasado y volver a ser yo.
Durante mucho tiempo pensé que no volvería, que ya nunca encontraría a nadie, que nadie me comprendería.
Y ahora este cambio inesperado como salido de un sueño era increíble, ¿qué haría yo ante esta situación?, ¿Qué haría él?, ¿Acaso todavía me quería?. Yo sabia que antes le quería pero ahora ya no sabía lo que quería o no.
En este tiempo me había metido de lleno en el trabajo y había abandonado cualquier idea semejante a una fiesta o lo que antes era muy habitual en mi, quedar con mis amigas para ir a la cafetería donde sirven ese brownie caliente con una bola de helado encima derritiéndose y charlar de la vida, recuerdos que ahora añoraba con toda la fuerza de mi corazón.
Y ahí estaba yo, ¿qué había sido de mi vida?, Desde aquel día en que se fue, el dolor no salió y se reprimió en forma de trabajo, trabajo y trabajo.
Y ¿cuándo me iba a dar cuenta que me tenía que perdonar a mi misma para seguir adelante? ¿Por qué no lo había hecho ya? ¿Acaso estaba esperándole? ¿Acaso yo no me creía lo suficientemente buena como para poder vivir sin él? ¿Puede que el miedo de vivir sola me tapase los ojos para no tener que afrontar la realidad? ¿Cuándo me daría cuenta que es necesario quererse plenamente a uno mismo para poder querer a otras personas u otras cosas? ¿Cuándo abriría los ojos y destaparía esa tapa del cajón que encerraba a mi corazón y dejaría a este último vivir sin auto represión?

A la mañana llegó al trabajo el cartero Sam con un paquete poco habitual. Un bonito ramo de rosas blancas, mis preferidas, todavía se acordaba, las coloqué en un jarrón para que no se marchitasen. Pero la sorpresa no era eso ni mucho menos la sorpresa fue su carta.



Queridísima Jane:

Te escribo con todo mi amor, aquí, desde esta bella floristería del barrio. Siempre me ha encantado tu barrio, aquí todo el mundo se conoce y hay un ambiente familiar y acogedor especial. Sin embargo yo no te escribo por esto.
Quisiera agradecerte que me acogieses ayer tan bien siendo algo tan imprevisto, sé que no te gustan las cosas imprevistas aunque adores las sorpresas; y que mayor sorpresa que aparecer en tu casa una noche de abril.
No pretendo que me perdones, y no pretendo ser un intruso en tu casa por ello me iré si eso es lo que tu deseas.
Quisiera decirte que a pesar de todo el tiempo, a pesar de que cada uno ha retomado su vida, a pesar del miedo, nunca te he olvidado, siempre te he querido y mi corazón siempre ha sido tuyo.
Quisiera envejecer a tu lado y formar una bonita familia con la que ir un domingo soleado de primavera al campo de pick-nick. Quisiera verte llegar a casa todos los días y poder pasar la tarde charlando, disfrutar de la cosa más bella que me ha pasado en la vida: quererte.
Pienso en ti todas las noches observando las estrellas. Tú estas allí donde voy, en el cielo y en la tierra, en la lluvia y la nieve, en el sol y la luna…A cada paso que doy tu das uno conmigo. Me gustaría verte despertar cada mañana y preparar un delicioso desayuno de cama.
Echo de menos estar contigo, echo de menos tu risa y tu alegría, echo de menos los largos paseos por caminos que descubrir, echo de menos pasar la noche a la luz de la luna a tu lado viendo el amanecer. Te echo de menos.
Quisiera que me perdonases, y sé que quizás las cosas no vuelvan a ser iguales, pero no quiero dejar de intentarlo.
Me fui por miedo, miedo a un compromiso, miedo a herirte, miedo a herirme, y más que evitarlo es lo que he conseguido. Me asustaba la idea de vivir juntos, me asustaba la idea de formar una familia y me fui. Pero el tiempo calma las cosas y los pensamientos y las ideas se depositan y quizás para algo para lo que no estaba preparado ya sí lo estoy.
Te quiero jane, y solo quiero estar contigo, si todavía me quieres te pido que des a lo nuestro una oportunidad, sino desapareceré de tu vida para siempre y ya no habrá más sorpresas que te puedan molestar. Por favor piénsalo.

Con todo mi amor,


J.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Tarta de frutas rojas (ahora es la época de fresas!!)




Ingredientes:

300 gramos de harina
150 gramos de mantequilla en dados
150 g de azucar glas
Un huevo
Una cuchara sopera de agua
Una pizca de sal
200 gramos de frambuesas
100 gramos de grosellas
250 gramos de fresas


Se mezclan la mantequilla en dados el huevo el agua la sal y el azucar glas hasta formar una pasta.


La harina se pone en un cuenco en forma de volcan, con un ajugero dentro donde colocar toda la pasta.

Poco a poco se va mezclando la harina con la pasta de mantequilla.

Así conseguiremso lo que se llama pasta sable.

Esta masa tiene que quedar lo suficientemente solida para que no se nos pegue al rodillo una vez que vayamos a extenderla.
Así que si falta consistencia se le puede hechar un poco más de harina hasta conseguir la deseada.
Una vez tengamos la pasta sable la dividimos en dos para poder hacer dos capas una que sera la base y otra la que cubra la tarta.

Escogemos la fuente donde la vamos a colocar y extendemos la masa con el rodillio hasta conseguir la forma y el diámetro de la fuente.

Colocamos una mitad en la base de la fuente.

Por otro lado lavamos las fresas grosellas y frambuesas y cortamos las fresas en cuartos.
Lo hechamos en la fuente sobre la masa que pusimos de base.

Y encima de toda la fruta ponemos la otra mitad de pasta sable tambien extendida.

Nos aseguramos que los lados queden bien tapados y cortamos los sobrantes.

Encendemos el horno y una vez caliente metemos la tarta.

Y a esperar mientras por la casa se expande un sabroso y agradable sabor a frutas rojas.

Entonces para cuando nos queremos dar cuenta ya esta lista.