El frío se metía en los huesos, el corazón se paraba, el tiempo se paraba.
La vida daba paso a un renacer.
Me tiré al suelo, cogía puñados de nieve y los estrujaba, hasta sentir la congelación.
Entonces algo de mi ser se perdía y algo nuevo revivía.
Las estrellas tan pequeñas y tan lejanas me sumergían en universo de amor sin frenos, un mundo donde los sueños son realidad, un mundo donde la mentira no existía, donde las estrellas eran mi guía.
Entonces la nieve tan fuertemente estrujada, los sueños fuertemente deseados en un subconsciente salían a relucir en aquella noche.
Me arrastre por ese universo hasta que las fuertes emociones me devolvieron a la realidad, de sueños del subconsciente sin realizar, marchitados por las hojas del otoño que habían apagado su brillo y esplendor.
La realidad de lo posible y lo imposible, la realidad del loco soñador...