sábado, 14 de diciembre de 2013

Aquella noche aparecías como un rayo de luz entre la oscuridad, los pies se hundían en la arena.
Lentamente avanzabas hacia mi, me buscabas sin saberlo.
Te habías enamorado sin quererlo, sin saberlo.
Tus ojos brillaban en la oscuridad.
Yo te veía desde lejos, te estaba esperando.

El mar, la calidez de la arena, las estrellas, todos observamos como llegabas.
 Eras el único haciendo aquel camino. Eras el único que quería que hiciese aquel camino.
A veces parecía que nunca llegarías, a veces como en un desierto parece que ves algo más cerca de lo que crees, estabas lejos.

Ojala supieras que yo estaba al final de ese camino. Ojala supieras que lo único que quería es salir corriendo y abrazarte. Mas yo debía esperarte. Esta vez debía aguardar a que tu corazón llegase al mismo punto que el mio.

Una pequeña mariposa volaba a mi alrededor y por un segundo se poso en mi hombro. La vi y me vio. Fue un instante mágico. Algo que me dijo que aquello cambiaría.