martes, 24 de febrero de 2009

Escribimos cada día nuestra historia, cada día que pasa pintamos de alegría y esperanza una nueva página de nuestra vida. Con el ánimo de no rendirnos, para luchar cada día por lo mejor, por intentar ser un poquito más grandes. Poco a poco avanzamos por un sendero sin destino y sin final. Avanzamos hacia el fin que es el principio de la nada nos dejamos arrastrar por el camino. Pero no es el final lo que importa y que tanto atemoriza a todo ser humano, es el intermedio lo que deseamos y debemos vivir. Carpe Diem. La primavera despierta con sus flores, llenándonos de alegrías, entonces todo fluye con rapidez, los ríos corren, los pájaros vuelan, los animales despiertan y todo parece brillar bajo la luz de las estrellas. Nuestro espíritu se desdobla de nuestro cuerpo sale al viento para dejarse llevar por el canto primaveral, se une a otros espíritus libres, a otros espíritus soñadores, que al igual que Juan Salvador Gaviota, luchan por ser más, por llegar a lo más alto, por conocer más, por matar su infinita e insaciable curiosidad. Pero es acaso esta la única y mejor forma de mirar hacia el futuro, algunos pensadores opinan que si y es más que sin estas inquietudes aun estaríamos más atrás de lo inimaginable. Pero a veces una de estas inquietas almas se ve atraído por la paciencia la tranquilidad y el mundo de maravillas que se reviste en el país de las maravillas junto a Caroll y Humpty-Dumpty. Es entonces cuando el mundo se une y aparece el amor en forma de fuego, en forma de ardor, se consume en cada instante, solo se desea. La imaginación se une a la inquietud y un mundo de maravillas baja a la triste realidad tumbado en las alas de un salvador que nos lo muestra con otros ojos para que disfrutemos de esa realidad de la que siempre intentamos evadirnos imaginando alegres primaveras donde el viento sopla suaves canciones a la luz de una luna llena.

2 comentarios:

  1. Alice, me ha encantado este texto. "Imaginación más inquietud", una mezcla muy interesante cuando produce esperanza para, como dices, disfrutar de la realidad. Estupendo comienzo.

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