viernes, 27 de noviembre de 2009

cartas sin buzón para gente sin destino 2

Susan era el tipo de amiga que no paraba de hablar, optimista ante cualquier situación y una compradora compulsiva. Éramos intimas desde el instituto y vivimos mucho juntas. Ahora empezábamos una etapa nueva en nuestra vida y hoy era el día en que se iniciaba. Aquella mañana fue nuestro primer día como universitarias.

- Hello, ya sé que he llegado antes de tiempo pero es que no me he podido resistir ¿qué tal me ves? te gusta mi nuevo look es lo más in del momento!!!lo llevo pensando varios días.
- Que guapa, y tu ¿qué tal me ves? Ayer me fui de compras, te gusta.

Di una vuelta para que lo viese bien y

- ¡genial vamos!

A las dos nos habían asignado la misma facultad, ¿¿casualidad??, alguien dijo alguna vez que las casualidades no existen, cosa de la que una persona no es consciente hasta que pasa el tiempo.

Así fue el primer día, llegamos aquel sitio tan grande, tan extenso, lleno de edificios y caminos. Los autobuses paraban escupiendo masas de gente que comenzaban el curso al igual que nosotras. Había zonas con césped muy bien cuidado y árboles de una anchura fabulosa. Todo el mundo parecía conocerse y estar feliz de retomar las clases.
Susan y yo nos metimos entre aquella masa con la esperanza de llegar a nuestras clases.
Al edificio al que llegamos era enorme como un palacio. Aquello se dividía en plantas pasillos de los pasillos salían más pasillos de lo que salían escaleras ascensores etcétera.
Preguntamos por nuestra respectivas clases a una persona que parecía trabajar allí y nos indico vagamente por donde estaríamos. Al final después de dar vueltas y más vueltas lo encontramos y nos dividimos. Aquel día fue el principio del fin sin embargo ninguna de las dos lo sabía. Nos dimos un fuerte abrazo y nos deseamos suerte.

Empezaban las clases, era un día emocionante, todo era nuevo, era mi gran oportunidad para borrar el pasado, cambiar y ser alguien mejor. Todo un reto. Las clases fueron más cortas de lo habitual, lo cual nos permitió conocernos. Había mucha gente de todo tipo, yo poco a poco fui conociendo a la clase preguntando, hablando. Me hice muy amiga de una chica llamada Oli, venía desde muy lejos y no sabía muy bien como había acabado en esta carrera, me sentí totalmente identificada y nos llevamos muy bien desde el mismísimo momento en que la saludé.

Sin embargo lo mejor del día y el secreto peor guardado, soy especialista en no guardar secretos ni los míos propios, ese dicho de “irá conmigo la tumba” por mucho que lo intente no lo consigo, es de familia, charlatanes más de la cuenta en lo menos oportuno.
A lo que iba, lo mejor del día y el secreto peor guardado, fue la entrada en mi vida de mi profesor de primera hora. Tenía unos ojos, nada más entrar en clase pude sentir su mirada, esos ojos pardos rasgados, y esa cara…pensé “nunca podré olvidar esa cara”

A la salida quedé con Susan de nuevo para la vuelta y pudimos cotillear largo y tendido de lo ocurrido.

- He conocido a muchísima gente y vamos a organizar una fiesta para conocernos mejor todo. Hay unos chicos guapísimos, estará super bien, te vienes ¿no?.
- Pues…-no me dejó hablar cuando ella se puso ha hablar de todos sus nuevos compañeros. La escuché tranquilamente y entonces llegó a mis oidos
- Bueno ¿y tu qué? Has conocido a gente, espero que no te cortases…
- La verdad es que no te vas a creer lo que me ha pasado, tengo como profesor al hombre más guapo de la universidad…
- Ja, ja, ja no me lo creo.
- Pues sí, el más guapo ya te lo digo yo. Guapísimo, unos ojos, una cara…te hubieses derretido en cuestión de segundos, joven y majísimo. Aparte he conocido a una chica muy maja Oli, te la tengo que presentar. Y bueno a más gente en clase.
- Que bien, pues tenemos que quedar para la fiesta, haber si te llamo el viernes…

Así llegamos al cabo del rato cada una a su casa Susan organizando los eventos fiesteros de aquí a final de curso y yo emocionada de lo ocurrido.

Así con el paso de los días, intenté ocultar mi embobamiento inevitable, e intenté centrarme más en la gente cercana, fui conociendo más a Oli.
A las dos nuestra película favorita era “yo soy Sam” y a las dos nos encantaba viajar. Yo no había viajado mucho en el pasado sin embargo ella había vivido en muchos países, su padre era diplomático, y a ella siempre le gustó, ahora era, como decirlo, multilingüe. Me contaba cosas de África, de la India, Letonia, Chile…, podía estar horas escuchándola hablar, imaginándome aquellos países, la cultura, las personas que vivían, sus indumentarias…

También fuimos hablando con otros chicos de clase y así nos fuimos conociendo, sin embargo con ellos nunca llegue a tener tanta confianza como la que llegaría a tener con Oli. Hablábamos de las clases y la carrera, no tuve la oportunidad de conocer a mucha gente que le gustase seriamente aquello, y era curioso como todos estábamos allí decididos a dar nuestras vidas a algo que nunca llegaría a llenarnos, a encender una chispa en el corazón, o quizás sí.

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