domingo, 14 de febrero de 2010

cartas sin buzón para gente sin destino (6)

- ¡Hola!
- Hola, llegué un poco antes…
- Pasa, pasa, me estaba probando, te trajiste faldas…
- Sí, ¡vengo con todo!

Subimos a su cuarto, rodeadas de chicos guapos y los grupos de última moda, estuvimos probando y probando miles de combinaciones antes de elegir la que más nos gustaba.
El tiempo se pasó volando y lo que parecían cinco minutos acabaron por ser dos horas, medio pintadas los amigos de Susan estarían por llegar.

Mientras Susan me puso al día de mis posibles novios y los chicos que ella tenía fichados y que por supuesto era inconcebible que alguien como yo les pudiese gustar, aunque esto no lo decía directamente más tarde me di cuenta que así era, lo decía por debajo, lo escondía entre palabras y frases enrevesadas.

Sin embargo aquella noche tenía la esperanza aquel iba a ser el día, el día en que mi príncipe apareciese y fuese tan guapo que cortase la respiración, tan majo que no hubiese tiempo en el que dejar de reír…

No fue mucho tiempo el que paso hasta que sonó el timbre, los retoques nunca acababan, así las dos muy nerviosas, tambaleando en los tacones como un flan bajamos las escaleras, corriendo y yo al menos con un nudo en el estomago.

Ahí estaban los cuatro fantásticos: Zack, Jack, Simon y Paul.

Zack: moreno de ojos verdes, 1’80 por lo menos, fuerte y con una gran sonrisa
Jack: rubio de ojos azules, también alto y muy majo.
Simon: moreno con ojos pardos, con una sonrisa encantadora.
Paul: un pelirrojo sin remedio con la cara más pecosa habida y por haber.

¿Y cual de todos ellos sería mi príncipe azul?

Desde luego Zack era el que le gustaba a Susan, era su tipo, de hecho era guapo, sin embargo yo estaba dudando entre Jack y Simon.
Aquella noche prometía sería divertido ver como aquellas bellezas se desenvolvían en la pista de baile.

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