sábado, 15 de agosto de 2009

La calle estaba vacía, la noche ya había caído y yo volvía a casa por esa calle tan oscura, tan mal iluminada, tan desagradable.
A los árboles los azotaban vientos huracanados que hacían volar las hojas que ya habían caído este otoño.
Caminaba tranquila ese camino lo conocía tan bien que sería imposible equivocarme. Me puse los auriculares para hacer leves esos quince minutos, sola, por esa calle abandonada.
Sin querer o por curiosidad no sé bien que fue lo que me llevo a mirar hacia atrás y ver a un hombre. Me extraño tanto por esa calle, a esas horas, no me lo acababa de explicar. Seguí mi rumbo. En un principio no tenía porque desconfiar, mas mi instinto no me dejo en paz y al cabo de un rato fue inevitable el volver a darme la vuelta a ver si seguía o se había desviado por la única calle que quedaba a la izquierda, giré y ahí seguía.
Me empecé a sentir como perseguida, quizás eran obsesiones mías pero no pude evitar acelerar el paso considerablemente, seguía andando pero ahora bastante más rápido.
El viento ahora también azotaba mi cara lo podía sentir, mis labios resecos se cortaban con el frío, mi pelo se entrometía entre ellos y mis ojos. Mi cabeza lo único que me gritaba como si de un loco se tratara era ¡corre, corre!
El tiempo pasaba despacio todo parecía ir lento sin embargo me volví a dar la vuelta y quien lo diría estaba más cerca que antes. Él también había acelerado el paso. Aunque yo aun mantenía cierta ventaja.
Empezó a resonar en mis oídos Patti Smith con su conocida canción “Horses” el ritmo me invadía y una sensación de locura se apoderaba del personaje, de Johny, y pronto de mi como no acabara todo esto pronto. Entonces fue cuando grite, grite con todas mis fuerzas y salí corriendo lo más rápido que pude. Nunca había sido buena gimnasta pero en ese instante no pude evitar correr, solo pensaba en correr. Los cascos quedaron colgando por mis piernas entonces Johny vivía su locura solo. Yo intentaba liberarme de un loco. Giré mi cabeza por un segundo y fue cuando le vi encima mío no daba crédito de lo que estaba ocurriendo.
Corrí como una desesperada que parecía que moriría en el intento. Cuando al fin llegué a la puerta del jardín pero entonces no había acabado. Metí las manos en el bolso, como no repleto de todo tipo de cosas la mitad de ellas estorbos que no usaba mucho, corriendo busqué, mi mente daba vueltas, no podía pensar solo actuar. Un segundo era oro. Al fin aparecieron las llaves, entonces me fue difícil atinar los nervios me impedían tener la mano quieta y era un desagradable cosquilleo el que me hacia temblar de arriba abajo, el hombre se acercaba medio corriendo medio andando al verme que no conseguía entrar, quizás pensó que era un farol pero al fin, casi vuelvo a gritar de alegría la llave encajó a la perfección. Oí entonces como sonaba la paz la tranquilidad. Una vuelta, dos, tres…y al fin se acabo. Cerré la puerta de golpe y salí corriendo a casa.
Llegue y abracé a mi madre fuertemente ya medio dormida y luego la dije “te quiero”.Un mar de lagrimas se derramaron sobre mi cara de la tensión que había pasado de la horrible experiencia que acababa de vivir que quizás nunca olvidaría. Recogí los cascos y Patti Smith acababa ya con su historia y Johny y su locura se alejaban de mí.

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